Como conocí a mi llama gemela.

Parece ser que ahora hay un encuentro masivo de almas, pero no se trata de cualquier alma sino del más importante de nuestras vidas, la llama gemela. Vengo documentándome desde hace un tiempo, incluso a día de hoy tengo dudas de si es cierto lo de las llamas y en el caso de que sí lo fuera, no estoy segura al cien por cien de que haya encontrado a la mía y tampoco me importa, el tiempo lo dirá. De todos modos hay muchas cosas que han pasado en mi vida desde que la conocí hasta ahora, he pasado por un proceso de autoconocimiento y autocrecimiento brutales que me hizo cambiar muchísimo y que me tocó profundamente como nunca jamás con nadie con quien me haya relacionado anteriormente.

Hace dos años y medio que le conocí y desde entonces hemos pasado por varias fases. Todo empezó cuando decidí apuntarme a una app de relaciones, hacía poco tiempo que me había separado y decidí que quería pasar página y conocer a chicos fuera de mi entorno, alguien con quien poder tener algo, nada que fuera serio, no quería reengancharme, solo alguien con quien compartir momentos. Él había acabado de dejar una relación hacía poco tiempo también y su plan era más o menos como el mío. Era primavera, recuerdo que estaba cansada de recibir mensajes de chicos que no me interesaban para nada y resolví hacer una búsqueda por proximidad, leí unos 3 perfiles que me interesaron, tomé acción y le contacté, le propuse de vernos en este mismo día pero como no podía lo pospusimos.

Era el 23 de mayo de 2017, quedamos a las 19h en el skatepark de la Marbella en Barcelona, hacía un buen rato que él rondaba por allí porque estaba tomando el sol en la playa nudista. Salí de mi casa hacia la cita en patines en línea, cuando ya estaba cerca le llamé pues no acababa de ubicar el sitio para que me diera indicaciones, cuando nos encontramos él iba en su monopatín y me hizo gracia que coincidiéramos en eso. Nos saludamos, mi primera impresión fue que parecía más mayor que en las fotos de la app, me fijé que vestía una camisa beige cuadriculada que no me gustó nada, pero eso era solo un detalle y tampoco le di más importancia. Nos sentamos por allí y empezamos a charlar. Él tenía algo que me gustó, no sé exactamente el qué, creo que era el carisma, congeniamos muy rápido y de seguida hicimos buenas migas, perdí un poco la noción del tiempo con la charla y él me invitó a cenar una hamburguesa en un local en Poblenou.

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Fuimos desde la playa hasta el local patinando y por el camino me iba contando sobre su infancia y que había crecido por allí, pasamos por una plaza donde el dio sus primeros pasos, hicimos un tour por el camino donde la charla se hacía cada vez más placentera. Yo estaba feliz y disfrutando, como si ya nos conociéramos de toda la vida, hubo una afinidad impresionante. Después de cenar y de muchísimas coincidencias como por ejemplo tener el mismo plato favorito, nos besamos. Fue maravilloso, sentí mil cosas a la vez, no me lo esperaba, no podía creer que encajáramos tan bien, nos completamos de una manera que no queríamos dejarnos, así que volvimos a la playa, era noche de luna nueva y el cielo estaba despejado, entramos al mar y nos abrazamos, en ningún momento sentí frío.

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A las cinco de la mañana tomamos el camino de vuelta a casa, resultó que vivíamos en la misma calle, yo estaba a unos cinco minutos patinando hacia el norte, nos despedimos varias veces hasta que inevitablemente tuvimos que separarnos, ya estaba casi a punto de amanecer y en un par de horas me tocaba trabajar. Me fui sin acabar de creer en lo que había acontecido, era demasiado bueno para ser verdad, no quería vincularme a nadie tan rápido y sin ser consciente de ello ya estábamos vinculados, sucedió la magia.